A los 21 años, el base Sylvinense conduce al equipo de su vida hacia el duelo más esperado del Pre Federal 2025. Inteligencia, mano prodigiosa y una lectura del juego que no se enseña. Este viernes, Santa Sylvina se prepara para una noche que puede ser histórica.
En un básquet que exige cada vez más físico, más talla y más explosión, él rompe la regla sin romper el juego. No es alto para el estándar moderno, pero compensa con IQ basquetbolístico, sensibilidad táctica y una mano confiable que asoma cuando la ofensiva se traba. Ayala no necesita anotar veinte puntos para ser determinante: basta con que ordene el tránsito del equipo, haga fluir el balón, elija qué ataque acelerar y cuál frenar.
"Intento siempre hacer lo que el equipo necesita. Si hay que pasar, paso. Si hay que tirar, tiro ", dice, evitando definirse con etiquetas. Pero en la cancha habla con acciones precisas: lectura rápida, pases quirúrgicos, manejo del pick and roll, visión para encontrar a los tiradores abiertos y una capacidad natural para asumir posesiones calientes sin exagerar protagonismo. En el cuarto juego de la serie, dos triples suyos consecutivos sostuvieron a Cultural cuando parecía que el partido se escapaba. Esos momentos explican por qué su liderazgo no se expresa con señas ampulosas, sino con decisiones correctas.
Una localidad que arde por el básquet
Santa Sylvina vive estas finales como vive las cosas importantes: a corazón abierto. En el sudoeste provincial, los clubes son parte de la identidad social y Cultural, en particular, ocupa un lugar afectivo que se palpa en cada entrenamiento. La gente acompañó en Resistencia, llenó las tribunas visitantes y dio un mensaje claro: este viernes la cancha va a estallar. Para el plantel, esa energía es una pieza estratégica tanto como un ajuste táctico. Y Lautaro lo sabe: "Jugar de local con nuestra gente nos da un plus enorme".
La presión, en los pueblos, tiene un sabor distinto: más cercana, más directa, más íntima. La gente no sólo opina; convive con los jugadores en el día a día, los ve en el supermercado, en la plaza, en la calle. Pero esa cercanía también construye pertenencia y responsabilidad comunitaria. Ayala, criado en ese ambiente, lo entiende como parte de su formación.
Una serie exigente y un rival herido
Regatas llega golpeado desde lo físico y lo emocional. Cayó en suplementario ante Villa San Martín por la semifinal de la ABR y arrastra un desgaste que puede ser determinante. Sin embargo, es un plantel largo, con talento, jerarquía y oficio. Nada está garantizado.
Cultural lidia con su propio dolor: la ausencia de Gastón "Bocha" Araujo, máximo goleador del torneo, quien intenta recuperarse a contrarreloj y no está asegurada su presencia el viernes. Y la molestia física de Enrri Conradi, que terminó sentido en Resistencia. En un equipo corto, donde la rotación apenas alcanza para 7 u 8 jugadores, cada detalle pesa. A eso se suma un factor crítico: los rebotes. En el cuarto choque, Regatas tomó 17 rebotes ofensivos, lo que derivó en segundas y terceras oportunidades que condicionaron el juego. "Es difícil ganar así. Tenemos que mejorar en esa faceta si queremos quedarnos con el título" , reconoce Ayala.
Experiencia que forma y proyecta
Aunque es joven, Lautaro ya vivió procesos que fortalecen su presente. Su temporada en Tokio de Posadas lo confrontó con otro ritmo, otra exigencia y jugadores experimentados como Maximiliano Barrios, hoy rival en la final y en la misma posición del juego. Esa experiencia le dio madurez, temple y herramientas para dominar ritmos de partido, interpretar defensas y gestionar momentos adversos.
El Federal 2026 aparece en el horizonte y Cultural ya tiene su boleto asegurado. Jugarlo con su club, con su gente, con sus amigos, sería un sueño cumplido. Pero eso es para después. Hoy la mente de Ayala está puesta en una sola cosa: el viernes 12 a las 22, el partido que definirá al campeón provincial 2025.
Lo que se juega el viernes
Cultural llega con un objetivo claro: imponer intensidad, energía y localía desde el primer minuto. Corregir la toma de rebotes, bajar las segundas oportunidades y forzar a Regatas a jugar incómodo. Y confiar en su esencia: un grupo cohesionado, que se conoce como pocos y que encuentra en Ayala la brújula perfecta para los partidos cerrados. Este viernes, Santa Sylvina vivirá una noche que puede quedar en la historia. Y en el centro de esa escena, Lautaro Ayala tendrá nuevamente la pelota en sus manos. Donde siempre la quiso.
Jugar con su hermano: un privilegio que no se negocia
Para Lautaro Ayala, compartir cancha con su hermano Nicolás no es una anécdota: es una emoción cotidiana. Ambos se formaron desde mini en el Cultural y soñaron juntos con noches como las que viven hoy. "Es un placer muy grande jugar con él, algo que disfrutamos desde chicos", cuenta. En un equipo joven, con historia común y raíces profundas, esta sociedad familiar es un plus afectivo que también se siente dentro de la cancha.
Un equipo construido como un grupo de amigos
Cultural es, quizá, el ejemplo más puro de pertenencia deportiva. Esas que solamente encuentran paralelismos en localidades pequeñas del interior provincial. Salvo Enrri Conradi, el refuerzo de Hermoso Campo, todos son de la localidad o de la zona cercana. Se conocen desde siempre, crecieron juntos y llevan años jugando en Primera. Esa química es visible: saben dónde estará el otro, confían, se respaldan y gestionan la presión como un colectivo sólido. "Somos todos amigos, y eso fue clave para llegar hasta acá", subraya Ayala.
Por Guillermo Koster / diario norte